Acompañándole en sus emociones

Acompañándole en sus emociones

Es relativamente fácil escuchar que un/a niño/a es «malo» debido al comportamiento que muestra. Habitualmente, tendemos a meter en este saco a los/as pequeños/as que suelen hacer despertares nocturnos, ansían explorar y jugar con todo lo que encuentran en su entorno, son muy activos, expresan todas sus emociones (especialmente a través del llanto), etc.

Nuestra imagen de «niño/a bueno/a», sin embargo, trae consigo características totalmente opuestas. Son niños/as que acostumbran a ser muy tranquilos/as, apenas lloran o se enfadan, tienden a ser bastante dormilones/as… En definitiva, son aquellos/as que están ahí, pero no molestan.

Respecto a los atributos de este último grupo, merece la pena mencionar que, además de no ser propios dentro de la naturaleza de un bebé (o niño/a), pueden marcar el comportamiento de esa persona en un futuro. En otras palabras, el hecho de que un bebé llore (cuando tiene hambre o sueño, se ha hecho daño, tiene miedo…) es positivo, ya que refleja un desarrollo en su capacidad de comunicación y expresión emocional. Es contraproducente por parte del adulto (y sobre todo, por parte de la figura de apego) negar ese sentimiento que existe. Pues, lo único que conseguiremos a base de emplear esa conducta reiterada, será que ese/a pequeño/a acabe poniéndose una careta para ocultar su verdadero yo. ¿Por qué? Porque aprenderá que esos sentimientos que nacen en su interior incómodan al adulto que, por otro lado, no tiene la habilidad de gestionar situaciones de este tipo.

Es importante tener claro que estar triste o enfadado es tan válido como estar contento/a. No hay sentimientos buenos ni malos. Y así hemos de trasmitírselo al/a la pequeño/a. Debemos ser conscientes de que en la vida experimentaremos situaciones fáciles y difíciles, con mejores y peores momentos. Es por eso que cada uno/a de nosotros/as sentirá la necesidad de exteriorizar todo tipo de emociones que nazcan en su interior de manera innata.

Sí se puede y se debe llorar cuando uno siente tristeza, rabia, enfado o alegría. Reprimir esas emociones no nos va a hacer ser más fuertes (como suele decirse), sino todo lo contrario. El ser humano tiene la necesidad de expresar libremente lo que siente, sea niño/a o adulto. No se trata de gestionar emociones, sino de sentirlas.

En esta sociedad, el/la valiente es quien se atreve a mostrarse tal y como es en realidad. Es fundamental tener presente que no hay emociones malas y que debemos dejar que todas fluyan, sin acallarlas, ya que todos nuestros sentimientos precisan de un canal de liberación.

En definitiva, sencillamente, se trata de entender que es un proceso gradual que todos los niños y niñas deben experimentar. Y es vital que en esta evolución siempre estén acompañados/as de adultos empáticos que faciliten esa comprensión de sus emociones, permitiendo una salida o expresión necesaria de las mismas.

3 comentarios en «Acompañándole en sus emociones»

  1. ¿Entonces no conviene distraer al pequeño con un comentario que le haga olvidarse de lo que le estaba frustrando?
    Por ejemplo: no quiere estar en el cambiador para cambiar el pañal. Rabieta intensa. El adulto: ¡Ahora vamos a mirar por la ventana y seguro que vemos un perro!

    1. En ese caso parece que el adulto no le permite al niño expresar su emoción, porque corta su reacción distrayéndolo con otra cosa. Por buscar un paralelismo, podemos imaginarnos a un amigo que nos viene contando su gran enfado en el trabajo y, ante eso, nosotros le ponemos la televisión para que lo olvide. Pero lo que necesita es sacarlo, no dejar ese malestar dentro.
      Por eso, siempre se trata de acompañarle y dejarle sentir al niño. En esta ocasión no sé a qué se debe su enfado; si se le lleva al cambiador si previo aviso, si a pesar de informarle quiere quedarse jugando igualmente, etc. Lo recomendable es hablarle, siempre, colocándonos a la altura de sus ojos y mirándole mientras le explicamos que entendemos su malestar, que sabemos que quiere ir a jugar, le decimos lo que vamos a hacer y que enseguida podrá continuar con lo que estaba haciendo. De buenas formas.

      1. Muchas gracias. Es lo que interpretaba. Es que veo que en general se tiende a evitar el lloro de los bebés con la distracción. Enseñando una cajita, cantarles, a caballito, hacerles mirar algo que les llame la atención…
        Y claro, al final el bebé calla. Haciendo olvidar eso que le disgustaba.
        Como deja de llorar parecía una técnica adecuada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *