Muy en contra de lo que el célebre refrán «quien bien te quiere te hará llorar» promulga, he construido mi propia versión de lo que, creo, puede encajar más con la idea del querer que much@s compartimos. El amor y el cariño verdaderos NO consisten en corregir los errores de la persona que amamos, sino más bien en acompañarla en ese proceso de aprendizaje.
En el momento en el que alguien nos grita, nos está faltando al respeto y perdiendo nuestra colaboración simultáneamente. Por supuesto, hay muchos factores que influyen en este impulso descontrolado. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra… Cuando no estamos bien, nuestra cajita de la paciencia se vacía a una velocidad acelerada, afectando así a nuestra actitud y comportamiento con los demás. Por eso, es necesario cuidarse para poder cuidar. Parar y re-conectar.
Nuestro objetivo no debe ser crear niños/as obedientes, sino seres con pensamiento crítico. El/la niño/a sumiso/a de hoy, puede convertirse en el/la adulto/a manejable del mañana. Uno de los mejores regalos que podemos hacerles a nuestros/as pequeños/as es el de ofrecerles oportunidades para desarrollar habilidades necesarias para la vida, dando ejemplo y facilitándoles herramientas útiles que les encaminen hacia una autoestima fuerte y sana.
