Se había ausentado un momento del juego para ir al baño. Le había venido la regla.

Su hijo, que se le hacía larga aquella pausa, dudó:

– Ama, ¿no has acabado de hacer pis?

– Sí, cariño. Pero me ha bajado la regla y me tengo que cambiar y poner la copa.

– ¡A ver! – se acercó intrigado.

El niño, al observar la sangre en la ropa interior de su madre, preguntó algo preocupado:

– ¿Tienes una herida?

– No. ¿Lo dices por la sangre?

– Sí. ¿Te duele?

– No. ¿Sabes? Unos días antes de que me venga la regla, mi cuerpo crea una especie de casita para un nuevo bebé. Y al ver que no hay bebé, la deshace y sale en forma de líquido rojo.

– Ah.

– Y por eso estos días mi cuerpo puede estar más triste. Porque se está despidiendo de la casita.