A nuestro modo

A nuestro modo

En esta entrada voy a mencionar, de manera breve, la crianza, la forma de tratar al bebé, de cómo transmitirle valores… Pero siempre a nuestro modo.

Me consta que hay mucha gente que puede no estar de acuerdo con decisiones que hemos tomado, mi pareja y yo, ya desde que supimos que nuestro hijo venía en camino. Nuestro modo de actuar no ha sido (ni es) el habitual en estos tiempos. Pero, bajo nuestro punto de vista, es el adecuado y con el que mejor nos sentimos nosotros.

En nuestra sociedad, como en muchas otras, las pautas a seguir ya están marcadas desde el principio y quien renuncia a seguirlas es considerado/a el/la diferente. Y, a menudo, juzgado/a por ello.

A pesar de haber leído mucho y haber obtenido una formación centrada en este mundo en el que nos adentramos de lleno hará unos meses, no sigo («seguimos», aunque hable en singular, somos dos quienes decidimos) ninguna filosofía o autor concreto. Si bien es cierto que vamos picoteando de aquí y de allá, guiándonos por nuestro sentido común y nuestros propios ideales.

Siendo madre, he descubierto que hay muchos más temas polémicos de los que pensaba anteriormente. Los brazos, la lactancia a demanda, el porteo, la alimentación complementaria, el colecho… Y un sinfín de asuntos más. Al principio, mi mayor miedo era el enfrentamiento al que, sabía, me vería sometida casi a diario («si le coges en brazos lo vas a malcriar», «¿otra vez teta?», «ah, pero ¿no duerme solo?», «ya debería sentarse»…) y se me hacía un nudo enorme en el estómago sólo de pensar que me vería más tarde con alguien que podría sacar el tema. Quería evitar el debate, pero tampoco veía justo no explicar o defender mi modo de criar a mi hijo. Al fin y al cabo, no tengo porqué esconderme, actuo así porque creo que estoy haciendo lo correcto y lo mejor para él.

Durante todos estos meses, mis contestaciones han dependido mucho de mi estado anímico. Ha habido veces en las que he intentado argumentar y dar explicaciones coherentes y fundamentadas (a las que, en varias ocasiones, han hecho caso omiso volviendo a abrir la discusión pocos días después), he contestado de forma irónica o incluso sarcástica (a veces a quien menos se lo merecía) o he optado por el silencio. Después de tanto tiempo y malgaste de saliva, esta tercera opción es la que más me ha acabado convenciendo.

He aprendido a no sentirme mal por haber escogido una opción de crianza no tan común como otras, pero que realmente me llena y me hace sentir bien. Asimismo, solamente tengo que observar a mi pequeñín para darme cuenta de que voy por el buen camino.

Quiero aclarar algo importante y necesario. Lo que escribo en mi página es un reflejo de lo que nosotros somos como familia, de lo que sentimos los unos por los otros, de lo que nos une y nos hace ser tan felices. No pretendo que el resto de madres/padres hagan lo mismo sin estar de acuerdo, ni que sientan que lo están haciendo mal por criar de diferente manera a sus hijos/as. Pero sí ansío llegar a estas familias perdidas o poco convencidas de hacer lo convencional y más habitual hoy en día.

Creo que hay cabida para todas las filosofías y métodos siempre que no se olvide el pilar fundamental: el respeto hacia el/la niño/a como persona que es, ya desde que nace.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *