AC: alimentos prohibidos
Cuando llega el día de comenzar con la alimentación complementaria, como madres y padres, nos surgen muchas dudas sobre qué alimentos podrían ser alérgenos o perjudiciales para nuestros/as hijos/as.
Lo cierto es que se oye de todo y tanta información distinta a menudo nos llega a crear una mayor confusión. Tu pediatra te dice una cosa y el de tu amiga sugiere otra… ¿Quién tiene razón? Hoy daré una pequeñas pautas que nos dejarán más claro este punto.
Primeramente está el orden en el que empezar a ofrecer los alimentos. En nuestro caso, nos dijeron que podíamos comenzar a darle pan a M alrededor de los 5 meses. Habíamos decidido con anterioridad que haríamos una lactancia materna exclusiva (LME) hasta aproximadamente los 6 meses y sabíamos que, en realidad, a nuestro hijo no le aportaría nada necesario adelantar la alimentación complementaria (AC) a esa fecha. Por tanto, nos inclinamos por esperar.
M llegó al medio año de edad y, en aquella revisión con la enfermera de pediatría, ésta nos dio una hoja informativa en la que se detallaba minuciosamente el orden exacto y (supuestamente) adecuado a seguir a la hora de introducir nuevos alimentos. La naranja era el primero; en zumo, para ser más concretos. A ésta le seguía el plátano, después la pera y finalmente la manzana. Todas ellas trituradas y añadiéndolas una a una al zumo de naranja. La opción de ofrecer la comida en trozos sólidos ni siquiera se mencionaba. La enfermera nos dejó claro que las frutas como el kiwi, la fresa o el melocotón se consideraban alérgenas y, en consecuencia, era mejor evitarlas. ¡Con lo ricas que están! Pensé yo.
Gracias a mi insistencia y necesidad por estar bien informada y formada, pude comprobar que esa afirmación no tenía (ni tiene) pies ni cabeza. Al menos, no mientras ninguno de los progenitores no haya desarrollado algún tipo de alergia previamente (y esto tampoco da nada por sentado).
La hoja informativa añadía después que era preciso continuar con una pequeña selección de verduras (patata, calabaza, zanahoria y puerro), también trituradas. Las papillas de cereales con gluten (y el porrón de azúcar que llevan incluido) irían a continuación. Y más adelante daríamos paso a la proteína animal paulatinamente. El huevo llegaría a los tres meses de haber comenzado en este nuevo proceso.
Personalmente, me resulta difícil y agotador seguir unas recomendaciones sin sentido y nada actualizadas. Incluso me parece injusto privar a M de la posibilidad de degustar sabores variados y de forma individual, por lo que fuimos dándole de probar todo tipo de alimentos (siempre respetando los 2-3 días de margen con cada uno de ellos). Primero kiwi, después pollo, más tarde brócoli, pan integral sin sal, garbanzos, aguacate… Y así, un sinfín de comida. Olores, colores, texturas y sabores diferentes a la carta. Ya que el orden en el que se ofrecen los alimentos se basa únicamente en una razón cultural.
Sin embargo, siempre hemos tenido en cuenta los verdaderos alimentos prohibidos para niños/as menores de un año o dos. Esos que, basándose en evidencia científica, descartan los nutricionistas profesionales. Es fundamental conocer cuáles son para poder llevar a cabo una alimentación complementaria sin riesgos a la par que saludable. Éstos son los alimentos que se deben retrasar:
1. La sal. No se debe introducir hasta que el bebé cumpla el año, ya que los riñones de éste no están suficientemente desarrollados para poder filtrarla correctamente. Por tanto, es importante revisar bien las etiquetas de los productos que vamos a ofrecer a los/as pequeños/as, ya que algunos de ellos, como palitos de pan o colines, pueden contener demasiada sal (para nuestra sorpresa).
2. El azúcar. Cuanto más tarde lo conozcan, mejor. Al decir azúcar, me refiero a ése que está presente en zumos (naturales o no), galletas, potitos y demás productos alimenticios dirigidos a niños/as. En realidad, éste no tiene ningún aporte nutricional y además, puede interferir en la autorregulación del bebé. En cambio, no hay que confundirlo con el azúcar proveniente de frutas y verduras, que es natural y, por tanto, saludable y recomendable.
3. La miel. No se debería ofrecer hasta los 2 años de edad por riesgo de botulismo.
4. Leche entera y derivados lácteos. La leche de vaca se retrasa al año por un exceso de proteínas (tiene demasiadas para un bebé). De todas formas, los bebés que son alimentados de leche materna no necesitan la leche de vaca para nada.
5. Las verduras de hoja verde (espinacas, acelgas, etc). Se ofrecen a partir del año por riesgo de desarrollar el llamado «síndrome del niño azul».
6. Pescados grandes (atún, pez espada, tiburón). La recomendación es la misma que durante el embarazo.
7. Las algas. Por un exceso de yodo.
8. Las bebidas de arroz. Por su alto contenido en arsénico.
9. Carnes, pescados y huevos poco hechos. Por riesgo de salmonelosis, anisakis…
10. Sólidos con los que puede atragantarse (frutos secos enteros, palomitas de maíz, uvas enteras, salchichas, etc.). Debemos evitar los alimentos redondos y gomosos. Se ofrecerán cuando veamos que el/la niño/a es capaz de gestionarlos. Los frutos secos, por su parte, se pueden introducir con anterioridad si están machacados, espolvoreados…
11. Alimentos superfluos (bollería, dulces, aspitos, refrescos, etc). Son productos alimenticios (no alimentos) que no nos aportan nada a la dieta diaria.