La alimentación infantil, una tarea pendiente
Nunca, hasta hoy en día, he tenido una opinión tan clara y formada sobre la lactancia. Jamás he juzgado (ni juzgaré) a una madre por la decisión que tome en cuanto a la alimentación que vaya a ofrecer a su hij@. Desconozco la situación de cada familia y no soy quien para ofrecer consejos que no me hayan pedido. En realidad, me formé para facilitar información a quien la solicitará y no para imponer mi parecer.
Hace años, no veía diferencias entre leche materna y de fórmula. Jamás me había planteado que el cuerpo de la mujer estuviera preparado para producir leche, ya que rara vez había visto a una madre amamantar a su bebé. Ni siquiera me parecía extraño que un alimento infantil se comercializara en un lugar donde sólo venden medicinas. Veía biberones y chupetes en bocas de niños y niñas, pero también aparecían en los personajes de mis cuentos y juguetes. Crecí con esa realidad y, por tanto, la normalicé.
Echando la vista atrás, me doy cuenta de lo numerosas que son las imágenes y vivencias que contribuyen a alejarnos de nuestro instinto mamífero, de nuestro origen más animal. Las madres hemos perdido toda confianza en nuestro cuerpo y nos sentimos incapaces de alimentar a nuestras propias crías. Mientras que la esencia de tribu se ha desvanecido, pues tanto hombres como mujeres, no pueden ofrecer ese sostén y comprensión realmente necesarios en un camino a veces complicado.
La alimentación infantil está completamente ligada a la salud y bienestar de una sociedad. Es, por tanto, un tema fundamental a tratar desde los gobiernos. Sin embargo, es una cuestión que se esquiva, y se hace desde el pedestal político más poderoso llegando hasta la consulta pediátrica más diminuta de un ambulatorio cualquiera. Las empresas que fabrican productos comestibles dirigidos a infantes, poseen una influencia de tal magnitud que les capacita para eludir las escasas leyes que protegen la alimentación más natural, la única que realmente necesitamos. Y la publicidad que consumimos a todas horas contribuye a que siga siendo así.
La tendencia es a restarle importancia, porque el mensaje que nos llega es tranquilizador y es siempre el mismo: «Por un poco no pasa nada, total, se crían igual». Sin embargo, hay una línea larga y nada fina que separa lo natural de lo artificial.
Cuando una familia está verdaderamente informada y concienciada con la decisión tomada, no está pensando en un presente, sino en un futuro. Y eso supone tomar el camino menos fácil, donde la paciencia, la empatía y la escucha son clave. Los hábitos se adquieren desde pequeñ@s y la buena o mala relación con la comida también.
Si me obligan a engullir todas y cada una de las cucharadas que se acercan a mi boca, me costará ver la comida como un momento placentero. Si la base de mi alimentación está formada por productos cargados de azúcar y aditivos, difícilmente muestre interés por frutas y verduras. Si la variedad de texturas probada hasta ahora ha combinado únicamente triturados más o menos espesos, es probable que me cueste aceptar texturas sólidas de golpe.
Todo cambio requiere su tiempo y en la infancia, desde luego, no lo marca el adulto, sino el ritmo de cada niñ@.
Señores y señoras gobernantes, si realmente os preocupa la salud física y mental de la población:
– Invertid más en las madres y sus bebés. Aumentad los permisos de maternidad para que, como mínimo, la lactancia exclusiva y a demanda pueda darse durante los 6 primeros meses de vida, como recomiendan encarecidamente multitud de asociaciones internacionales relacionadas con la salud (la OMS, entre otras).
– Endureced las leyes sobre alimentación infantil. Proteged a l@s niñ@s de suculentos engaños publicitarios y de productos malsanos que l@s hacen enfermar desde el comienzo de sus días.
– Cuidad el planeta que tod@s habitamos. Los animales y las plantas forman parte importante de la vida. Explotaciones de fauna y flora inundan nuestro mundo, con el único propósito de enriquecer a l@s más poderos@s. Por tod@s es sabido que la tierra se está convirtiendo en el mayor vertedero de plástico que existe y que toda esa basura tardará millones de años en desaparecer.
– Cread conciencia. El mensaje debe ser claro: primero las personas, después el dinero. No caigáis en la corrupción y la falacia, no os vendáis.
Os guste o no, tod@s estamos en el mismo barco. El abuso de sustancias tóxicas en los productos alimentarios y la contaminación nos matarán a tod@s.
Goizargi de @amatxulifestyle