Carta a una madre

Carta a una madre

Querida madre, hoy quiero decirte que te entiendo y que no estás sola.

Es duro ver como quien más debiera apoyarte y darte calor es a quien más lejos sientes a veces.

Estás sumergida en una nueva etapa de tu vida en la que el respeto, la aceptación y el sostén forjan la base de esta vivencia. Sin embargo, y desgraciadamente, a menudo éstas brillan por su ausencia.

La maternidad es un paso importante que, en mayor o menor medida, supone un gran cambio, una transformación personal. Pues implica mucha reflexión sobre un mundo por el que, hasta entonces, sólo deambulábamos.

Y es una vivencia preciosa, pero también difícil.

Generalmente, la incomprensión por parte del entorno social es muy palpable; pero lo es más aún cuando elijes tomar un camino distinto al que la sociedad incita a seguir sistemáticamente.

Sin darte cuenta, te enfrentas a una realidad que antes pasaba desapercibida: la mochila. Ese aprendizaje de vida que nos acompaña y crece en cada pensamiento, acto y decisión que tomamos.

Pero la maternidad también va de eso, de seguir llenando esa mochila y de sacar de ella lo que ya no nos sirve o no nos es útil. Ser madre es formarse y criar para la vida. Una nueva relación que te permite encontrarte, escucharte, aceptarte y quererte. Crecer y avanzar.

Y una vez te transformas, no hay marcha atrás. Te sientes fuerte, poderosa y capaz de cortar las cadenas de repetición de patrones que has heredado desde tu infancia. Es entonces cuando te hallas libre y comienzas a sembrar desde tu interior.

Lo realmente difícil es cuestionar(se) todo y salir del alegato de «se ha hecho toda la vida». Porque el verdadero valor de este trayecto radica en crear tu propio camino, escuchándote y escuchando a tu hijo/a.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *