¿Existen los bebés manipuladores?

¿Existen los bebés manipuladores?

«Te está manipulando», «sabe latín», «lo está haciendo adrede» y un sinfín de frases del estilo inundan a diario los oídos de padres y madres con hijos/as pequeños/as. Cuando un bebé llora al dejarlo en la cuna o silla de paseo, cuando pide pecho pasados 15 minutos desde la última toma… Parece interpretarse como una estrategia engañosa y previamente bien planeada. Pero ¿tiene un bebé la capacidad de realizar este tipo de operaciones cerebrales?

Es prioritario resaltar la importancia de conocer adecuadamente el funcionamiento de la mente de un niño o una niña pequeña, para poder actuar en consecuencia. La paciencia, el respeto y la empatía son cualidades clave para conseguir establecer una relación comunicativa exitosa con nuestros/as hijos/as.

La neurociencia habla de tres cerebros en uno: el reptiliano, el límbico y el neocortex. El primero se refiere a la supervivencia (entre otras funciones, se encarga de controlar el ritmo cardíaco, la respiración, la temperatura corporal y el sistema de reacción “lucha o huída”), el segundo a las emociones (se ocupa de la expresión de las emociones, desarrollar el apego o mostrar afecto) y el tercero se centra en lo racional (es donde tienen lugar la función simbólica, el lenguaje, el razonamiento, la toma de decisiones, la planificación o la lectura).

Cada una de estas estructuras cerebrales se desarrolla en un momento evolutivo distinto. Pero vamos a centrarnos en la parte que nos interesa en este tema, que es el cerebro racional (el neocortex). Y nos interesa porque es el encargado de funciones tan complejas como la manipulación o el engaño premeditado.

No obstante, no hay necesidad de profundizar demasiado en él, puesto que el único dato que nos concierne es el momento a partir del cual éste comienza a desarrollarse, que son los 3 años aproximadamente (llegando a situarse en los 4 o 5 dependiendo del niño o niña). ¿Qué significa esto? Que, hasta no llegar a esta edad, un/a niño/a es INCAPAZ de tener una actitud intencionada de este tipo. Es decir, su comportamiento se va a regir básicamente por los dos primeros cerebros (el de supervivencia y el emocional). Por lo tanto, no es hasta más adelante cuando entra en juego la presencia cognitiva y se da la conexión de las tres estructuras cerebrales.

Por consiguiente, a esta temprana edad, las frases referentes a bebés o niños y niñas con un comportamiento «inaceptable por la sociedad» (que no anormal) como «te está manipulando» o «lo hace adrede» no tienen sentido alguno. Como tampoco lo tiene hablar de niños/as buenos/as y malos/as, por esa misma razón.

Como adultos, nuestra labor debe centrarse en intentar comprender lo que le pasa a ese bebé o niño/a para cubrir esa necesidad. El mecanismo de un ser humano tan pequeño no es otro que «lloro porque necesito algo». Su malestar puede implicar algún dolor, miedo, hambre, sueño, necesidad de afecto, incomodidad… Y es cuestión de tiempo que aprendamos a descifrar estos reclamos; con mucho contacto, paciencia y amor.

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