EL GATEO: PARADA OBLIGADA EN EL DESARROLLO
Como expliqué en la entrada «Libertad de movimiento», el desarrollo que vive el bebé a nivel motor comienza cuando el/la niño/a es colocado/a boca arriba y, de ahí, va adquiriendo una serie de posturas para llegar hasta la bipedestación. El largo proceso que éste experimenta, le lleva a descubrir diferentes etapas y, con ellas, también comienza a conocer su propio cuerpo.
Una de las fases más importantes y costosas de alcanzar es el gateo. Sin embargo, la marcha a cuatro patas es, a su vez, una de las acciones más completas y beneficiosas para el/la futuro/a caminante. Por eso, y porque es un momento vital de goce y disfrute absoluto, debemos respetarlo evitando cualquier tipo de intervención. Cuando digo esto, me refiero a no ofrecerle nuestra ayuda ni la de ningún tipo de andador para animarle a caminar. De hecho, el papel del adulto a menudo entorpece más que ayuda en el proceso y acaba boicoteando este logro por mera impaciencia.
Las ventajas de gatear no se limitan simplemente a la notable autonomía que alcanza el bebé a la hora de desplazarse, sino a un éxito mucho más amplio. Estos son algunos de los beneficios de moverse a cuatro patas:
- El poder explorar lugares a los que hasta ese momento no era capaz de llegar, permite al bebé conocer las peculiaridades del entorno y reconocer los límites espaciales. De esta manera, aprenderá a subir y bajar escaleras, a escalar obstáculos, a medir la profundidad de aberturas, etc. En definitiva, sus reiterados recorridos le permitirán captar las características y esencia de todo cuanto le rodea. Por lo que estará más preparado para desenvolverse con mayor seguridad también en sitios nuevos.
- El gateo favorece el desarrollo de la vista. Cuando mira al suelo para apoyar su mano, el bebé enfoca los dos ojos en un mismo punto en una distancia corta. Del mismo modo, cuando mira hacia dónde quiere ir, centra su mirada en un punto más lejano. Esta práctica facilita la acomodación visual.
- Se inicia la lateralidad cruzada. Este ejercicio comprende el movimiento coordinado de caderas y hombros de ambos lados del cuerpo al unísono. Esto es vital para la coordinación posterior, como la relacionada con saltar, por ejemplo. Además, esta actividad conecta los dos hemisferios del cerebro y crea rutas de información indispensables para el desarrollo del área cognitiva.
- Al tener movilidad desde pequeño/a, el/la niño/a empieza a planear cómo conseguir las cosas y cómo adquirir diferentes posiciones, aumentando el conocimiento de su propio cuerpo. Gracias a su nueva libertad para explorar y manipular todo lo que queda a su alcance, el bebé agudizará sus habilidades motoras y aprenderá cuáles son sus límites motrices.
- El bebé recibe nueva información del mundo que le rodea a través de los canales sensoriales. El sentido del tacto al apoyar sus manos en el suelo, le envía información sobre temperatura, textura, estabilidad y una serie de características que le ayudarán a conocer el entorno y determinar si es seguro acceder a él.
- Mediante el desplazamiento a cuatro patas, se va desarrollando igualmente la coordinación ojo-mano. Cuando el bebé va gateando, se establece una distancia similar entre ojos y mano a la que más adelante habrá cuando el/la niño/a comience a leer y escribir. Al soportar el peso de su cuerpo, favorece la estabilidad de los hombros y desarrolla la palma de la mano. Éste es un factor clave para habilidades relacionadas con la motricidad fina. Finalmente, esta práctica sienta las bases para un aprendizaje escolar más exitoso.
Como se puede apreciar, el solo hecho de moverse a cuatro patas está directamente relacionado con el desarrollo físico e intelectual de los/as más pequeños/as. Este tipo de movimiento va más allá de una simple mejora en la movilidad del bebé, puesto que el gateo desarrolla la visión, el equilibrio, el tacto y la autonomía, entre otras cosas.
No obstante, no debemos confundir el gateo con cualquier otro modo de desplazamiento. El arrastre del cuerpo con el vientre apoyado por el suelo se entiende como una fase previa a ese momento. Asimismo, el movimiento del cuerpo dirigido desde la posición de sentado, se contempla más bien como una postura aprendida a raíz de haber colocado al bebé en esa posición cuando aún no había llegado a esa etapa por sí solo. Por lo tanto, se considera gatear al acto de moverse apoyado en manos y rodillas, de manera que las extremidades contrarias se activen de formar cruzada. Es decir, que el brazo derecho avance junto a la pierna izquierda, y viceversa; favoreciendo así la lateralidad cruzada.
Por último, no quiero acabar esta entrada sin insistir a padres, madres y demás adultos en respetar y animar a los bebés a gatear, incluso cuando ya hayan aprendido a caminar. Aunque parezca sorprendente, en muchos casos, una buena dosis de gateo puede prevenir futuros fracasos escolares.