Material: caja de música

Material: caja de música

Hay un refrán que dice que «la música amansa a las fieras». Y debe de haber algo de cierto en él, porque las canciones que escuchamostienen el poder de remover diferentes sentimientos en nosotros/as; ya sean más negativos (como la tristeza) o positivos (como la alegría, por ejemplo). Todos/as tenemos esa conexión. De hecho, a veces la buscamos cuando necesitamos sacar lo que llevamos dentro. En definitiva, la música es un canal a través del cual podemos expresar nuestras emociones más fácilmente.

Lo mismo suele suceder con los/as niños/as. Hay bebés que necesitan escuchar una nana para poder conciliar el sueño. Nuestro hijo, sin ir más lejos, cae rendido en los brazos de Morfeo, a veces sin que hayamos terminado de cantar una canción (en ocasiones, las inventadas son las que más éxito tienen).

La música y los bebés siempre han congeniado bien, sobre todo cuando las canciones son cantadas de viva voz por algún/a conocido/a. Les ayudan a relajarse, les animan a moverse y bailar o, incluso, a anticiparse a lo que vendrá a continuación. Cuando la música forma parte de la vida de una familia, hay ciertas rutinas que acaban guiadas por una melodía. Por poner un ejemplo, recuerdo la historia de una pareja conocida que utilizaba siempre el mismo repertorio de música clásica cuando percibían que su hija estaba muy cansada y necesitaba ayuda para relajarse y/o dormir. Segundos después de darle al «play», la pequeña A. asociaba esos acordes con una sensación positiva y conseguía tranquilizarse.

Pues bien, el material que hoy presento está estrechamente relacionado con la música en directo: la caja de música. Que no cunda el pánico, ya que la manualidad es más simple de lo que parece. Necesitaremos una caja de zapatos (o de tamaño similar) que decoraremos al gusto del consumidor. Podemos utilizar forro adhesivo, papel de regalo, témperas… Se trata de utilizar nuestra imaginación y crear algo que nos guste. Una vez hecho esto, tendremos que meter nuestras canciones favoritas en ella (las que suenen y cantemos más a menudo en casa). ¿Cómo lo haremos? En mi caso, he decidido utilizar recortes de papel no demasiado grandes (de unos 10cm máximo) y aprovechar las dos caras. En una de ellas he escrito el título con la letra de la canción y en la otra he añadido una imagen representativa de la misma. De esta forma, el/la niño/a asociará el dibujo con su melodía. Y la letra siempre quedará ahí por si el adulto se despista o se le olvida.

Como veis, es un «juguete» sencillo de hacer y más aún de manejar. Que desafinemos o no es lo de menos, ya que el único objetivo es pasarlo bien jugando con nuestros/as pequeños/as. Así que, dejad a un lado la vergüenza y… ¡a cantar!

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