¿Me habré quedado sin leche?

¿Me habré quedado sin leche?

Más de una mujer se ha planteado alguna vez a lo largo de su lactancia si estará dejando de producir leche o si la cantidad no será suficiente para alimentar a su bebé.

En esta entrada voy a centrarme en los conocidos brotes de crecimiento (mal llamados «crisis de lactancia»). Un tema del que se habla mucho por encima pero que, por otro lado, no conocemos tan en profundidad como deberíamos. Y ese desconocimiento acaba a menudo en dolor y culpabilidad de la madre por sentir que su lactancia ha fracasado.

¿Qué son los brotes o crisis de crecimiento? Son una alteración temporal que se da entre la oferta y la demanda de leche. Unos días (que pueden convertirse en pocas semanas) en los que el comportamiento del bebé cambia de forma radical e incomprensible para la madre que desconoce este fenómeno. Pueden tener lugar en numerosas ocasiones, sobre todo a lo largo del primer año de vida del bebé, y están totalmente ligadas a los hitos del desarrollo de éste.

Es importante conocer estas fases de forma más precisa, para disponer de las herramientas suficientes a fin de entender la situación, relativizarla y no dejarnos llevar por comentarios externos que puedan dañar nuestra lactancia. No es recomendable comparar nuestras vivencias con las de otras madres (ni entre nuestros/as propios/as hijos/as), ya que la duración de las crisis y la actitud del bebé amplían esa variabilidad.

Veamos de uno en uno cuáles son los brotes de crecimiento más visibles y conocidos.

A los 15-20 días (aproximadamente).

Es el momento en el que el bebé empieza a ser consciente de que está fuera del útero materno, el único hogar que había conocido hasta el día de su nacimiento. Ahora habita un mundo aún desconocido para él, lo que alerta en cierto modo su tranquilidad constante. No olvidemos que, además de alimento, el pecho también proporciona amor, protección y seguridad al/a la pequeño/a. La madre puede percibir que el bebé mama frecuentemente. Lo cual, por otro lado, es totalmente normal, pues la leche materna se digiere en menos de una hora.

A las 6-7 semanas.

Rodando el mes y medio de vida, se da un cambio en la leche materna, para convertirse en la definitiva (la leche madura). Ésta se vuelve de un sabor más salado, lo que hace que la madre pueda notar al bebé algo molesto al pecho.

A los 3 meses.

Sin duda, ésta es la crisis más potente que hay, la que estadísticamente ha acabado con más lactancias. Pero, ¿cuál es la razón? Resulta que en esta época se da un cúmulo de factores que se mezclan entre sí.

Por un lado, el bebé dispone de un mayor desarrollo de la vista, lo que le anima a fijar más su atención en todo lo que tiene cerca y es el momento en el que empieza a mostrar más interés por el entorno, perdiendo interés por el pecho en ocasiones.

Por otro lado, la leche empieza a fabricarse al instante. Es decir, hasta ese momento, el bebé recibía el alimento desde que empezaba a succionar. En esta época, debe hacer varias succiones (en las que sale un flujo de leche menor) para producir la leche que después tomará. Y hasta que comprende el cambio en el proceso, se enfada, llora, arquea la espalda, etc.

Esta fase indica que la lactancia está establecida y, en consecuencia, la madre también percibe un cambio físico: sus pechos se palpan más blandos, lo que puede inducir a error, haciendo creer a ésta que ya no tiene leche suficiente. Curiosamente, es al contrario. Cuando más hinchadas están las mamas es cuando producimos una menor cantidad de leche; en gran medida porque el bebé tiene un estómago más pequeño.

Al año.

Es aproximadamente a esta edad cuando la leche, en teoría, pasa a ser un alimento más. Pero es algo progresivo e individual en cada niño/a. Justamente, en esta época se da una bajada en sus necesidades calóricas y los bebés empiezan a ingerir menos del resto de alimentos, centrándose de nuevo más en el pecho.

A los 2 años.

Ésta también es una de las crisis más conocidas, a pesar de que un porcentaje muy pequeño de madres-bebes llegan a conocerla; pues culturalmente lo habitual es que las lactancias finalicen muchos meses antes.

Es un momento clave en el desarrollo de los/as niños/as, ya que hasta ahora el/la niño/a ha vivido en una simbiosis emocional con su figura de referencia. Es decir, es la etapa en la que empieza la conciencia del YO, como ser único y diferenciado de la madre. Simultáneamente, su interés y curiosidad por explorar y conocer el entorno se dan desde una mayor autonomía. Y su nueva conciencia le empuja a volver al regazo (el pecho) de la madre en busca de la seguridad y el calor necesarios para crecer.

Con paciencia e información todo se lleva mucho mejor. ¡Mucho ánimo a todas!

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