Mitos sobre lactancia materna I

Mitos sobre lactancia materna I

Hay muchos mitos e historias que rodean a la lactancia materna y que, por desgracia, a menudo consiguen que ésta, aun siendo deseada, desaparezca. Son leyendas sin ninguna base científica que han surgido de la nada. Creencias que consiguen mermar la confianza y la capacidad natural de una mujer para amamantar a su cría.

Muchas de estas historias corren de boca en boca y llegan a oídos de futuras madres primerizas que, sin ninguna experiencia en este tema, acaban replanteándose su deseo de lactar.

Como he dicho, son muchos los mitos. En esta entrada veremos algunos de ellos:

1. Hay que preparar el pecho en el embarazo.

La respuesta es NO y Sí. Me explico. No es necesario, como dicen, preparar el pecho físicamente para la lactancia. No hay que echarse cremas, ni tomar hierbas, ni masajear las mamas o los pezones. En realidad, el hecho de andar tocando la zona podría llegar a ser contraproducente, derivando en una futura lactancia dolorosa o con molestias. Por tanto, es mejor dejar todo como está.

Sin embargo, sí que hay que prepararse de manera consciente. ¿Cómo? Informándose. Es fundamental para una mujer que quiere dar el pecho estar bien informada sobre ello. Leyendo libros («Un regalo para toda la vida» de Carlos González es una muy buena opción para empezar) o artículos veraces sobre lactancia materna (la OMS tiene publicados documentos muy interesantes) y acudiendo a grupos de apoyo a la lactancia (La Liga de la Leche o algún otro que haya en tu zona).

Esto último es algo que muchas mujeres embarazadas ni se plantean, porque se da por hecho que hay que ser una madre lactante con algún tipo de problema para poder asistir. Pero esto no es más que una equivocación. A diferencia del bebé, que ya nace con el reflejo de succión que le permite alimentarse, la madre tiene que aprender a amamantar. Antiguamente, se criaba en tribus y las mujeres aprendían por imitación. Hoy en día es difícil tener esos referentes visuales que nos aporten conocimiento sobre cómo colocar al bebé. Algo que parece tan sencillo y, que por el contrario, tantas grietas y abandonos provoca. A raíz de esta situación y para superarla, se crearon la figura de la asesora de lactancia y los grupos de apoyo. Por lo tanto, si estás embarazada y quieres dar el pecho, hay una tribu esperándote.

2. Si estás dando pecho no puedes tomar medicamentos ni hacerte pruebas médicas.

Este mito tampoco es cierto del todo. Hace unos cuantos años, cuando una mujer lactante tenía algún problema de salud que requería tomar algún medicamento, la lactancia se cortaba automáticamente por incompatibilidad. De hecho, muchas madres que sufrieron de mastitis se vieron obligadas a dejar de dar el pecho a sus hijos/as a raíz de ese motivo. Los profesionales de la época así lo recomendaban.

Sin embargo, hoy en día hay muchos estudios que demuestran que tanto la toma de la gran mayoría de medicamentos como la realización de numerosas pruebas no afecta a la lactancia materna. Así pues, actualmente, una madre con mastitis puede curar la infección tomando el antibiótico adecuado mientras sigue dando de mamar a su bebé, quien, por cierto, contribuye (y mucho) a la mejora de la dolencia de la madre ayudando a drenar la zona afectada del pecho.

Aparentemente, las enfermedades cuyos tratamientos son incompatibles con el amamantamiento son el cáncer y el SIDA. No obstante, la inmensa mayoría de pruebas médicas y medicamentos pueden compaginarse con la lactancia materna. Gracias a la brillante idea del pediatra José María Paricio, existe la posibilidad de buscar esa compatibilidad en una página web que ha creado: www.e-lactancia.org. Es una herramienta realmente útil ya que, además de dar una pequeña explicación acerca del riesgo y los efectos que podría tener el medicamento en sí, ofrece alternativas al mismo.

3. La alimentación con lactancia materna deja al padre (a la pareja) en un segundo plano.

No quería finalizar esta entrada sin desmentir este conocido mito que se escucha a menudo en la calle.

Como es evidente, la naturaleza sólo ha provisto a la mujer del medio necesario para alimentar al bebé. Sin embargo, ser madre o padre no implica únicamente alimentar, puesto que la crianza abarca mucho más. De esta manera, la pareja (hombre o mujer) puede ser participe de todo lo demás, involucrándose por completo en la relación con su hijo/a (bañarle, jugar con él/ella, vestirle, portearle, colechar, etc.).

Además, el papel del/de la acompañante no reside exclusivamente ahí. Su apoyo y ayuda en la lactancia no sólo es fundamental, sino también necesario. Los cambios hormonales, las críticas externas, los miedos, las dudas y la desinformación afectan de lleno en el deseo de la madre de seguir adelante con el amamantamiento. Por lo tanto, no, por supuesto que la pareja no tiene un papel secundario.

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