¿Cómo puedo ayudar a andar a mi bebé?
El ser humano ha conseguido crear aparatos para todo tipo de cosas. Muchos de ellos nos han permitido evolucionar y alcanzar logros importantes en la vida. Muchos otros sirven básicamente para retroceder en el tiempo y deteriorar nuestra podría naturaleza. En el mundo adulto, ejemplo de ello son las máquinas que trabajan la musculatura del cuerpo o los envasados de comida rápida, que fomentan aún más los malos hábitos y el sedentarismo que nos rodea.
El mundo de los/as pequeños/as tampoco se ha librado de cachivaches modernos y superfluos. Cuando un bebé se aproxima a la edad en la que creemos debe comenzar a caminar, hay una cierta tendencia a impacientarse y querer ofrecerle nuestra ayuda. Es muy común ver a padres y madres primerizos/as que, por falta de información, se dedican a malgastar muchísimo dinero en tramánculos que a menudo no sirven para nada e incluso llegan a ser contraproducentes para el bebé.
Las tiendas especializadas en la primera etapa de infantil se dedican a venderlos de manera atractiva, cautivando el interés de adultos preocupados por el desarrollo de sus hijos/as. ¿Qué persona sin problemas a nivel motor no ha sido capaz de andar? La evolución de nuestra especie no se dio gracias a tacatacas o correas que sujetan a niños todavía inmaduros en este sentido. ¿Qué nos hace pensar que los vamos a necesitar ahora? Analicemos uno a uno estos aparatos.
– El parque infantil.
Es una especie de zona acolchada y colorida en la que poder dejar al bebé con la seguridad de que no le ocurrirá nada. En lo que a libertad de movimiento se refiere, este utensilio se aleja bastante de la filosofía, pues el/la niño/a queda limitado a jugar entre las cuatro paredes que hacen frontera. No hay apenas cabida para el desplazamiento autónomo y disminuye aún más según va creciendo el bebé. Su exploración se reduce a un espacio diminuto y totalmente artificial que poco le aportará a su aprendizaje. Además, el desarrollo de su vista también se ve afectado por este mismo motivo.
Por último, cabe destacar que la comodidad que ofrece para el adulto, supone un riesgo mayor para el bebé; puesto que, si éste está entretenido y no molesta, pasará mucho más tiempo del día metido ahí.
– La hamaca.
Es, sin lugar a dudas, el top ventas en dispositivos para bebés. Es una herramienta útil para tener controlado/a al/a la pequeño/a y poder transportarlo/a de un lado a otro de la casa mientras hacemos las tareas del hogar. Puede resultar un aparato muy útil para padres y madres, pero poco beneficioso para el/la niño/a si se utiliza en exceso.
Un bebé tiene la necesidad de moverse para desarrollar sus capacidades cognitivas y motoras, y una hamaca sólo puede facilitar lo contrario: su inmovilidad. El uso de este dispositivo nos da como consecuencia a un/a niño/a tranquilo/a y entretenido/a, lo que empuja a los padres y madres a mantenerlo/a ahí sentado/a durante un periodo de tiempo superior (al igual que ocurre con el parque infantil).
El problema, además de la imposibilidad de movimiento libre y la incapacitación de exploración autónoma, es el hecho de obligar al bebé a estar en una postura forzada y totalmente antinatural a su temprana edad. La musculatura de un bebé de meses no está preparada todavía para permanecer durante tanto tiempo en una posición vertical, sea incorporado o sentado. En realidad, se recomienda no superar la hora al día, precisamente por ser perjudicial (el efecto es idéntico con el uso del maxicosi). Por tanto, es un tema a tener en cuenta.
– El tacataca.
A diferencia de los anteriores, la venta de este aparato está prohibida en países como Canadá, por no ser seguro. El uso de este tipo de andadores es la causa de numerosos accidentes domésticos, ya que los/as niños/as pequeños/as tienen un mayor riesgo de sufrir quemaduras, fracturas o intoxicaciones. Al no estar aún preparados/as para desplazarse de esa manera (a mucha velocidad y en una postura inadecuada), estos bebés llegan a lugares que conllevan cierto peligro para ellos/as. De manera que, tampoco es un aparato útil para el adulto, ya que requiere una supervisión continua de la persona al cargo.
Por otro lado, vale la pena mencionar que el desarrollo motor del bebé queda totalmente privado de movimientos que favorezcan su evolución y aprendizaje natural. El/la niño/a que se desplaza en tacataca pierde la importante etapa de juego en el suelo, en la cual trabaja los músculos, el equilibrio, los movimientos corporales mediante repeticiones y el desplazamiento autónomo (reptado y gateo), preparándose de esta forma para la futura bipedestación (ver libertad de movimiento). El uso de este dispositivo, por tanto, impide que la musculatura de las piernas y cadera se fortalezca y obliga al bebé a hacer una pisada incorrecta, por tener las piernas arqueadas, resultando perjudicial para su desarrollo psicomotor.
La Asociación Española de Pediatría lo expone de manera muy clara: “¿Cual es el mejor tacatá? El que no se usa.”
– Las correas o el arnés.
Su función, en realidad, no es otra que las manos de un padre o una madre que sostienen a un bebé; con la diferencia de que, en este caso, la espalda del adulto puede mantenerse erguida y, por tanto, sin dolor (ya que las correas se adaptan fácilmente a su altura).
En realidad, el efecto y las consecuencias son similares a los del tacatá. Es decir, en este caso, también es el estímulo externo el que se encarga de sujetar al bebé que, por ese mismo motivo, no ejerce ningún tipo de fuerza en sus piernas al ir colgado (sea de correas o de manos). Una vez más, nos adelantamos a una etapa para la cual el/la niño/a aún no está preparado/a para experimentar.
Respecto a la pregunta que encabeza esta entrada: «¿Cómo puedo ayudar a andar a mi bebé?«, la respuesta es bastante sencilla: sin intervenir en su desarrollo natural y dejándole evolucionar por sí mismo/a.
Esto no significa que no podamos vivir esta evolución a su lado. El papel del adulto es muy importante, pues es quien se encarga de preparar el espacio en el que jugará el bebé, cerciorándose de que es seguro y no está demasiado cargado de estímulos que distraigan la atención del mismo hasta el punto de abrumarlo.
Asimismo, este referente (padre o madre) acompañará al/a la pequeño/a en cada nuevo logro que consiga dándole seguridad y confianza. Y su tarea se basará en observar, como disfrute para aprender junto a él/ella y el placer de ver cómo crece. De manera que, mientras va descubriendo cuáles son las necesidades del bebé, podrá ofrecerle materiales adecuados para que solvente problemas y adquiera nuevas capacidades.
Por tanto, es necesario huir de comentarios externos sin ningún tipo de fundamento y dejar a un lado las prisas para que sea la propia naturaleza quien se encargue de descubrirnos el camino. Y, sobre todo, disfrutar, pues es una etapa que no se volverá a repetir en la vida.