Libertad de movimiento 

Libertad de movimiento 

Desde que nace, el bebé que está apoyado boca arriba sobre el colchón de la cuna, cama o silla de paseo, permanece en una constante lucha por mantener el equilibrio de su cuerpo. Esos movimientos que hace con sus brazos son el reflejo de una inestabilidad que le persigue e incomoda constantemente. Los reflejos con los que nace serán la guía que le ayudará a ir conociendo y adquiriendo poco a poco el control de su propio cuerpo. Éste es el comienzo de una serie de repeticiones que prepararán al bebé para el camino hacia su autonomía a nivel psicomotor.

Es una equivocación muy común pensar que, al igual que en lo que a higiene, alimentación y afecto se refiere, en el aprendizaje de movimientos hasta llegar a la bipedestación es también necesaria la ayuda del adulto. Lo creemos, erróneamente, porque es lo que vemos en la sociedad. Y, como seres que aprenden por imitación, repetimos eso que vemos sin cuestionarnos si es lo acertado o no.

El bebé está biológicamente preparado para recorrer por sí solo las diferentes etapas de un largo y detallado proceso motor. Él es el protagonista de su propio desarrollo y el papel del adulto se limitará a acompañarlo y ofrecerle un ambiente seguro para que así suceda. De hecho, animo a los padres y madres que estén leyendo esto a practicar la observación como ejercicio de acercamiento a sus hijos/as. Sé que, al principio, puede ser difícil ceñirse simplemente a mirar. Sin embargo, os daréis cuenta de lo mucho que podéis aprender sobre vuestros/as hijos/as y valoraréis infinitamente más cada esfuerzo que hacen para llegar a nuevas posturas que les permitirán, a su vez, alcanzar nuevas metas. Disfrutaréis viéndoles disfrutar. Aprenderéis observándoles aprender. Apreciaréis así la importancia de su trabajo, su aprendizaje, que se hace visibiliza a través del juego.

Durante las primeras semanas de un bebé, el contacto físico es vital, sobre todo con su madre. Será a partir de los dos meses, aproximadamente, cuando podremos comenzar a dejarlo en el suelo; por intervalos muy breves de tiempo y siempre boca arriba. Los brazos y balanceos suaves siguen siendo importantes también durante esta época y en los meses posteriores, ya que esa seguridad afectiva es la que le animará a adentrarse a descubrir su cuerpo y a explorar el entorno que le rodea con más confianza.

De esta forma y desde la observación, podremos percibir todas y cada una de las fases del desarrollo psicomotor del bebé. Como he dicho, todo comienza con el/la pequeño/a tumbado/a boca arriba. En esta postura suceden una serie de cambios imperceptibles para quienes no prestan mucha atención, pero gigantescos y necesarios para poder continuar satisfactoriamente con el proceso. El bebé pasa de moverse como si estuviera formado de dos hemisferios totalmente independientes el uno del otro (lado izquierdo y derecho del cuerpo), para unirse en uno solo. Será en este instante cuando descubra sus dos manos a nivel frontal. Y con descubrir me refiero a mover, observar y meter en la boca. Este punto es relevante y debe ser respetado (no estar agarrando sus manos constantemente ni sacándolas de su boquita), porque es aquí donde nuestro protagonista empieza a tomar conciencia de su propio cuerpo. Lo que le permitirá realizar movimientos más intencionados a partir de ahora.

Un paso enorme para ellos/as, y al que los adultos no damos el valor que se merece, es el volteo. El primer paso en lo que a desplazamiento autónomo se refiere. Lo que a nosotros nos resulta bastante fácil de hacer, requiere un gran esfuerzo por parte de un bebé de meses. Así pues, podéis imaginaros lo que implica para ellos comenzar a reptar, mantenerse sentado, gatear, guardar el equilibrio de pie y, finalmente, caminar. Es un proceso de meses, y no es para menos, ya que hay que trabajar mucho y a diario para ir llegando a superar cada etapa. Sin embargo, el bebé nace con ese deseo de aprender, explorar, manipular todo lo que caiga en sus manos y tiene alrededor. Y esa curiosidad es la que le permite llegar tan lejos. Por eso, es inútil y, yo diría, contraproducente interrumpir el desarrollo que va a llevar a cabo sin necesidad ni ayuda del adulto.

Dicho esto, sólo queda una frase por añadir: ¡pónganse cómodos y disfruten del espectáculo!

Un comentario en «Libertad de movimiento »

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