Ayer nos encontramos con una conocida con la que no coincidíamos desde hacía tiempo. Se la veía muy interesada en saber de M y nos preguntó por varias cuestiones en relación a él. Después de un par de respuestas, entiendo, inesperadas para ella, reaccionó con un «ah, vosotros sois de esos». ¿De cuáles? Le pregunté, y se sonrojó sin poder encontrar las palabras exactas para definirnos (etiquetarnos).
Y ése fue el motivo que me inspiró a escribir esto.
Somos «de esos» por haber escogido abrazar a nuestro hijo en lugar de dejarlo llorar.
Somos «de esos» por emplear la paciencia en vez de las prisas.
Somos «de esos» por agacharnos a escuchar y conversar en lugar de castigar y humillar.
Somos «de esos» por continuar con nuestra lactancia en vez de consumir leche de otros animales.
Somos «de esos» por alejarnos del azúcar.
Somos «de esos» por respetar el ritmo de desarrollo de nuestro hijo en lugar de intervenir y guiarlo.
Somos «de esos» por no haberle quitado el pañal cuando hizo dos años en verano.
Somos «de esos» por negarnos a escolarizar a M en un sistema que no quiere acompañarlo.
Somos «de esos» que no necesitan etiquetas para definir sus circunstancias, sentimientos, decisiones y acciones. Que no se definen como «esos… raros» por hacer algo que no va en sintonía con gran parte de la sociedad; sino como libres y felices por poder llevar a cabo lo que nace desde su interior.
Somos una madre y un padre que han escogido criar a su hijo de manera consciente y diferente a la vivenciada en su propia infancia años atrás.
Somos una familia que ha decidido romper cadenas, salir de automatismos y cuestionarlo todo para cambiar el rumbo de sus relaciones en pro de un mundo mejor.
No somos ni mejor ni peor que nadie. Somos lo que hemos decidido ser.